West Side Story es, sin duda, uno de los musicales más icónicos y exitosos de todos los tiempos. Desde su estreno en Broadway en 1957, ha cautivado a audiencias de todo el mundo con su emocionante historia de amor, rivalidad y violencia en las calles de Nueva York. Pero lo que mucha gente no sabe es que detrás de esta obra maestra hay una fascinante historia, que involucra a algunos de los talentos más destacados de la industria del entretenimiento.
La idea original para West Side Story surgío de un ambicioso proyecto del coreógrafo y director Jerome Robbins. Al igual que le había pasado a Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II en su momento, Robbins quería crear un musical que tratara temas más serios y profundos que los de las comedias musicales simples que eran populares en aquel entonces. Robbins estaba obsesionado con la idea de adaptar Romeo y Julieta de Shakespeare para las calles de Nueva York, y de esta manera crear una obra que fuera socialmente relevante y tuviera un mensaje importante.
Pero Robbins necesitaba un equipo creativo capaz de llevar a cabo su visión, y es aquí donde entra en escena la escritora de Broadway, Arthur Laurents, y el compositor Leonard Bernstein, quienes se unieron al proyecto en una etapa temprana. Juntos, los cuatro comenzaron a dar forma a lo que a la postre se convertiría en West Side Story.
Uno de los principales atractivos de West Side Story es su cinematográfica coreografía, que captura el frenesí y emoción de las peleas de bandas en las calles. Pero crear una coreografía que fuera auténtica y efectiva requirió mucho trabajo por parte de Robbins y su equipo.
En primer lugar, Robbins quería asegurarse de que los movimientos de los personajes reflejaran no solo su estado emocional, sino también su origen étnico. Para ello, reclutó a un grupo de bailarines de Broadway que provenían de diferentes entornos culturales, para que cada uno aportara algo de su propia perspectiva. Además, Robbins pasó innumerables horas caminando por las calles de Nueva York, observando pandillas de jóvenes de diferentes grupos culturales, y registrando sus movimientos e interacciones.
Pero quizás el mayor desafío al que se enfrentó Robbins fue el de enseñar a los actores a pelear de manera realista, pero sin lastimarse mutuamente. Para ello, desarrolló un sistema de señas que les permitía comunicarse entre sí durante las peleas, y que les daba la flexibilidad de cambiar la dirección de la lucha en el momento en que surgía una oportunidad.
La elección del elenco de West Side Story fue una parte fundamental del proceso de producción, ya que los actores tenían que ser capaces de llevar a cabo la compleja coreografía de Robbins al mismo tiempo que transmitían emociones complejas y creíbles a través de sus personajes.
Para el papel principal masculino de Tony, el equipo de producción seleccionó a Larry Kert, un joven actor con una voz poderosa y una gran presencia escénica. Para María, la protagonista femenina, eligieron a la desconocida actriz puertorriqueña Carol Lawrence, que aportó autenticidad y matices culturales a su actuación. Pero quizás el mayor descubrimiento del casting fue Rita Moreno, que consiguió el papel de Anita a pesar de que el equipo de producción inicialmente buscaba a una actriz blanca. La actuación de Moreno en West Side Story le valió un Oscar a la Mejor Actriz de Reparto, convirtiéndose en la primera actriz de origen latino en ganar dicho premio.
Desde su estreno en Broadway en 1957, West Side Story ha sido adaptada a una variedad de medios, incluyendo películas, televisión, ópera y producciones teatrales en todo el mundo. La música y las letras de Bernstein y Sondheim se han convertido en clásicos, y la coreografía de Robbins sigue siendo una de las más imitadas e influyentes en la historia del teatro musical.
Pero quizás más importante que su legado artístico, West Side Story sigue siendo relevante e impactante debido a los temas que aborda. La lucha de los jóvenes por encontrar su lugar en el mundo, el poder corrosivo del odio y la intolerancia, y la devastadora consecuencia de la violencia en las comunidades continúan siendo cuestiones vitales en nuestra sociedad actual.
West Side Story es una obra maestra del teatro musical que no solo entretiene, sino que también desafía a su público a reflexionar sobre temas importantes. La visión y el arduo trabajo de un equipo de producción talentoso ha creado una obra que ha resistido la prueba del tiempo, y que sigue siendo un ejemplo de cómo el arte puede ser poderoso, impactante y relevante.